lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Da resultados la promoción de la salud?

No cabe duda de la eficacia de las vacunaciones en la prevención de las enfermedades infecciosas o del valor de los buenos programas de salud y seguridad en el trabajo para la reducción de la frecuencia y gravedad de las enfermedades y lesiones relacionadas con el trabajo. Hay un acuerdo general en que la detección precoz y el tratamiento adecuado de las enfermedades reducen la mortalidad y la frecuencia y alcance de la incapacidad residual asociada. Cada vez se dispone de más pruebas de que la eliminación o el control de los factores de riesgo evitan o, al menos, retrasan considerablemente la aparición de enfermedades que amenazan la vida, como los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades coronarias y el cáncer. Pocos dudan de que el mantenimiento de una forma de vida sana y la adopción de una postura adecuada respecto a las cargas psicosociales mejoran el bienestar y la capacidad funcional necesaria para alcanzar el objetivo de bienestar, definido por la Organización Mundial de la Salud como un estado que va más allá de la simple ausencia de enfermedad. Con todo, hay personas que siguen siendo escép- ticas, incluidos, al menos a juzgar por sus acciones, algunos médicos.
Es posible que el nivel de escepticismo sea mayor respecto al valor de los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo. Esta actitud refleja en gran parte la falta de estudios adecuadamente diseñados y controlados, el efecto desconcer- tante de episodios tales como el descenso de la incidencia de mortalidad por cardiopatías y accidente cerebrovascular y, lo que es más importante, el período de tiempo requerido para que la mayoría de las medidas preventivas hagan efecto. No obstante, en el informe de Health Project, Freis y cols. (1993) resumen la bibliografía cada vez más abundante que confirma la eficacia de los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo en la reducción de los costes de la asistencia sanitaria. En su revisión inicial de más de 200 programas aplicados en el lugar de trabajo, Health Project, un grupo voluntario formado por directivos de empresas, gestores de seguros de enfermedad, investigadores de la formulación de políticas y miembros de organismos gubernamentales que defienden el papel de la promoción de la salud en la reducción de la demanda de servi- cios sanitarios, identificó ocho programas para los que existía una documentación convincente sobre ahorro de costes de asis- tencia sanitaria.
Pelletier (1991) reunió 24 estudios sobre programas globales aplicados en el lugar de trabajo aparecidos entre 1980 y 1990 en publicaciones especializadas en análisis comparativos.
(Los informes sobre programas específicos, como el de explora- ción selectiva de la hipertensión o el de abandono del tabaco, aun cuando se demostró su eficacia, no se incluyeron en él.) Pelletier definió el programa global como el que “constituye un plan continuo e integrado de promoción de la salud y preven- ción de la enfermedad que une los componentes individuales
(abandono del tabaco, gestión del estrés, reducción del riesgo coronario, etc.) en un proyecto progresivo coherente con los objetivos empresariales que prevé su propia evaluación.”


Los 24 programas resumidos en este trabajo dieron lugar a la mejora de las prácticas de salud de los trabajadores, la reducción del absentismo y de la incapacidad y el aumento de la producti- vidad, mientras que todos los estudios en que se analizó la reper- cusión en los costes de la asistencia sanitaria y la incapacidad, los cambios de la eficacia en función del coste y la relación coste-beneficio revelaron un efecto positivo.
Dos años más tarde, Pelletier analizó otros 24 estudios publicados entre 1991 y principios de 1993 y llegó a la conclusión de que en 23 de ellos se obtuvieron ventajas para la salud y, de nuevo, que todos los estudios en que se analizaban la eficacia en función del coste y la relación coste-beneficio ponían de mani- fiesto un rendimiento positivo (Pelletier 1993). Señaló factores comunes a los programas eficaces, como la fijación de objetivos específicos, la facilidad de acceso al programa y a los servicios, el establecimiento de incentivos a la participación, el respeto y la confidencialidad, el apoyo de la alta dirección y la cultura empresarial que fomenta las iniciativas relacionadas con la promoción de la salud (Pelletier 1991).
Aunque es conveniente disponer de pruebas que confirmen la eficacia y el valor de los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo, son pocas las ocasiones en que se han exigido éstas para adoptar la decisión de emprender un programa. La mayoría de los programas se han basado en la convicción de que la prevención da resultados. En algunos casos, se ha estimulado la adopción de un programa debido al interés demostrado por los trabajadores y, en otros, por la muerte inesperada de un alto directivo o un trabajador destacado provocada por el cáncer o por una cardiopatía, más con la esperanza que con la certeza de que un programa preventivo evitaría “un segundo golpe”.

domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Por qué el lugar de trabajo?

Entre las razones que justifican el patrocinio, por parte de las empresas, de los programas de promoción de la salud figuran la prevención de la pérdida de productividad de los trabajadores debido a enfermedades e incapacidades evitables y al absentismo asociado, la mejora del bienestar y el estado de ánimo de las plantillas y el control de los costes de los seguros de enfermedad pagados por las empresas mediante la reducción del alcance de los servicios de asistencia sanitaria requeridos. Consideraciones semejantes han estimulado el interés de los sindicatos por el patrocinio de programas, sobre todo en los casos en que sus afiliados se encuentran repartidos entre muchas organizaciones demasiado pequeñas para llevar a cabo programas eficaces propios.
El lugar de trabajo presenta ventajas incomparables como escenario para la educación sanitaria y la promoción de la salud. Como lugar en que los trabajadores se congregan y pasan la mayor parte de sus horas de vigilia, constituye una localización adecuada para acceder a las plantillas. Además de la afinidad, el compañerismo y la coincidencia de intereses facilitan el ejercicio de presiones homogéneas que estimulen la participación y la permanencia en las actividades de promoción de la salud. La relativa estabilidad de las plantillas (la mayoría de los trabaja- dores se mantiene en la misma organización durante largos períodos) hace posible la continuidad de comportamientos sanos necesaria para que éstos resulten beneficiosos.
El lugar de trabajo brinda oportunidades únicas para fomentar la mejora de la salud y el bienestar de los trabajadores
a través de las medidas siguientes:

• integración de los programas de protección y promoción de la salud en las iniciativas de las organizaciones encaminadas a controlar las enfermedades y accidentes profesionales;


• modificación de la estructura de los puestos de trabajo y de su entorno, de forma que sean menos peligrosos y estresantes;
• adopción de programas financiados por las empresas o los sindicatos y diseñados para que los trabajadores puedan afrontar con mayor eficacia las cargas personales o familiares que perjudiquen su bienestar o su actuación en el trabajo
(p. ej., modificación de horarios de trabajo y dotación de pres- taciones de asistencia financiera y adopción de programas que aborden el abuso de alcohol y drogas, los embarazos, la atención a la infancia, a los ancianos y a los discapacitados, las dificultades conyugales y la planificación de la jubilación).

sábado, 5 de diciembre de 2009

PROTECCION Y PROMOCION DE LA SALUD: VISION GENERAL

Se ha dicho a menudo que la plantilla constituye el elemento esencial del aparato productivo de la organización. Incluso en las fábricas caracterizadas por un alto grado de automatización y un reducido número de trabajadores, el empeoramiento de la salud y el bienestar da lugar tarde o temprano a una pérdida de productividad y, en ocasiones, a situaciones desastrosas.
En virtud de disposiciones legales y administrativas, se ha hecho responsables a las empresas del mantenimiento de la seguridad del entorno de trabajo y de las prácticas laborales, así como del tratamiento, rehabilitación e indemnización de los trabajadores que padecen lesiones y enfermedades profesionales. No obstante, en los últimos decenios las empresas han comenzado a reconocer que las incapacidades y las faltas de asistencia resultan caras incluso cuando se originan fuera del lugar de trabajo. En consecuencia, han empezado a adoptar un número cada vez mayor de programas de protección y promoción de la salud con un carácter más global, destinados no sólo a los traba- jadores, sino también a sus familias. En la sesión inaugural de una reunión de la Comisión de Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Promoción de la Salud en el Lugar de Trabajo celebrada en 1987, el Dr. Lu Rushan, director general adjunto de la OMS, reiteró que este organismo consideraba la promoción de la salud de los trabajadores como elemento esencial de los servicios de salud en el trabajo
(OMS 1988).

viernes, 4 de diciembre de 2009

Tamaño y organización de la empresa

Toda empresa, independientemente de su tamaño, debe disponer de primeros auxilios, ya que la frecuencia de accidentes es en muchos casos inversamente proporcional al tamaño de la empresa.
En las grandes empresas, la planificación y la organización de los primeros auxilios puede ser más sistemática. Esto se debe a que cada taller tiene funciones diferentes y a que la plantilla está distribuida de un modo más específico que en las empresas más pequeñas. En consecuencia, el equipo, el material y las instala- ciones para primeros auxilios, así como el personal de primeros auxilios y su formación, pueden organizarse normalmente de un modo más preciso, como respuesta a los posibles riesgos, en una empresa grande que en otra de tamaño menor. No obstante, los primeros auxilios también pueden organizarse con eficacia también en las pequeñas empresas.
Los distintos países utilizan diferentes criterios para planificar los primeros auxilios en función del tamaño y otras características de la empresa. No puede establecerse ninguna regla general. En el Reino Unido, las empresas con menos de
150 trabajadores y riesgo bajo o aquellas con menos de 50 trabajadores y riesgo alto se consideran pequeñas, y se aplican a la planificación de los primeros auxilios criterios diferentes a los de las empresas en las que el número de trabajadores presentes en el trabajo supera estos límites. En Alemania el enfoque es diferente: cuando hay menos de 20 trabajadores en el lugar de trabajo se aplica un conjunto de criterios, que será distinto si el número de trabajadores es superior a 20. En Bélgica se aplica un conjunto de criterios a las empresas industriales con 20 trabajadores o menos, otro diferente a aquellas con un número comprendido entre 20 y 500 y un tercero a aquellas con 1.000 trabajadores o más.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Peligros potenciales

Incluso en las empresas que parecen limpias y seguras pueden producirse muchos tipos de lesiones. Las lesiones graves pueden ser la consecuencia de caídas, golpes contra objetos o contacto con bordes afilados o vehículos en movimiento. Los requisitos específicos en materia de primeros auxilios serán diferentes en función de que se produzcan o existan:
• caídas;
• cortes importantes, extremidades seccionadas;
• lesiones por aplastamiento;
• riesgo alto de extensión de incendios y explosiones;
• intoxicación por sustancias químicas en el trabajo;
• otras exposiciones a sustancias químicas;
• electrocución;
• exposición a calor o frío excesivos;
• falta de oxígeno;
• exposición a agentes infecciosos, mordeduras y picaduras de animales.

Esta lista constituye sólo una guía general. La evaluación detallada de los riesgos potenciales en el medio ambiente de trabajo facilita en gran medida la identificación de las necesidades de primeros auxilios.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Tipo de trabajo y nivel de riesgo asociado

Los riesgos de lesión varían en gran medida por empresas y profesiones. Incluso dentro de una misma empresa, por ejemplo del sector metalúrgico, existen distintos riesgos, en función de si el trabajador se dedica a la manipulación y al corte de láminas de metal (donde los cortes son frecuentes), al soldado (con riesgo de quemaduras y electrocución), al montaje de piezas o al chapado del metal (donde existe la posibilidad de intoxicación y de lesión cutánea). Los riesgos asociados con un tipo de trabajo varían en función de otros muchos factores, como el diseño y la antigüedad de la maquinaria empleada, el mantenimiento del equipo, las medidas de seguridad aplicadas y su control periódico.
La influencia del tipo de trabajo y de los riesgos asociados en la organización de los primeros auxilios se ha reconocido plenamente en la mayor parte de la legislación al respecto. El equipo y el material necesarios para los primeros auxilios, así como el número de personas dedicadas a ellos y su formación, pueden variar según el tipo de trabajo y los riesgos que conlleva. Los distintos países utilizan modelos diferentes de clasificación con objeto de planificar los primeros auxilios y de fijar unos requi- sitos más o menos estrictos. En algunas ocasiones se establece una distinción entre tipos de trabajo y riesgos potenciales específicos:

• riesgo bajo: por ejemplo, oficinas o tiendas;

• riesgo alto: por ejemplo, almacenes, explotaciones agrarias y algunas fábricas y talleres;
• riesgos infrecuentes o específicos: por ejemplo, fabricación de acero (especialmente cuando se trabaja con hornos), coquificación, fundición y fabricación de materiales no ferrosos, forja, fundiciones; construcción de buques; trabajo en canteras, minería u otras actividades subterráneas; trabajo con aire comprimido y actividades submarinas; construcción, explota- ción forestal e industria transformadora de la madera; mataderos y fábricas de extracción de sebo; transporte terrestre y marítimo, y la mayoría de las industrias en las que se utilizan sustancias nocivas o peligrosas.

martes, 1 de diciembre de 2009

Teorías etiológicas primarias: Aspectos psicosociales del trabajo

En todos los estudios en los que se ha analizado el “estrés laboral” se ha observado una clara asociación con los síntomas del SEE. La percepción por los trabajadores de las presiones en el trabajo, los conflictos laborales y otros factores estresantes no relacionados con el trabajo, como las exigencias conyugales o filiales, pueden conducir claramente a una sensación subjetiva de una irritación “más intensa” como una función de comportamiento de enfermedad. De hecho, a veces esas percepciones pueden deberse a unas medidas de supervisión deficientes. Por otra parte, se cree que la presencia de irritantes que dan lugar a irritación subjetiva origina “estrés laboral”.