martes, 19 de agosto de 2014

RECEPTORES CUTANEOS (I)

La sensibilidad cutánea comparte los elementos principales de todos los sentidos básicos. Los receptores sensoriales, que son las terminaciones de unas células nerviosas especializadas, captan las propiedades del mundo exterior, como el color, el sonido o la vibración, y convierten estos datos en impulsos nerviosos. Estas señales se transmiten entonces al sistema nervioso central, donde se convierten en la base para interpretar el mundo que nos rodea. Es útil reconocer tres aspectos esenciales de estos procesos. Primero, la energía y los cambios del nivel de energía, sólo pueden percibirse por medio de un órgano sensorial capaz de detectar el tipo específico de energía en cuestión (por esto las microondas, los rayos X y la luz ultravioleta son peligrosas; no estamos preparados para detectarlas, de forma que incluso a niveles letales no podemos percibirlas). En segundo lugar, nuestras percepciones son necesariamente sombras imperfectas de la realidad, porque nuestro sistema nervioso central se limita a reconstruir una imagen incompleta de las señales que transmiten sus receptores sensoriales. Tercero, nuestros sistemas sensoriales nos aportan una información más exacta sobre los cambios en nuestro entorno que sobre las condiciones estáticas. Estamos bien dotados con receptores sensoriales para las luces parpa- deantes, o para las pequeñas fluctuaciones de temperatura que provoca una brisa ligera; sin embargo, nuestra capacidad senso- rial es menor para recibir información sobre una temperatura constante o una presión constante sobre la piel.
Tradicionalmente, la sensibilidad de la piel se divide en dos categorías: cutánea y profunda. Mientras que la sensibilidad profunda se sitúa en receptores localizados en el músculo, los tendones, las articulaciones y el periostio (membrana que rodea los huesos), la sensibilidad cutánea, a la que nos referimos aquí, se relaciona con la información recibida por los receptores loca- lizados en la unión de la dermis con la epidermis o cerca de ella. Todos los nervios sensoriales que unen los receptores cutáneos al sistema nervioso central tienen una estructura similar. El gran cuerpo celular se sitúa en un grupo de otros cuerpos celulares nerviosos denominado ganglio, cerca de la médula espinal, a la que se conecta por una rama pequeña que parte del tronco de la célula y que se denomina axón. La mayoría de las células nerviosas o neuronas que se originan en la médula espinal envían axones a los huesos, músculos, articulaciones o, en el caso de la sensibilidad cutánea, a la piel. De la misma forma que un cable aislado, todos los axones están recubiertos en su trayecto y terminaciones por capas protectoras de células conocidas como células de Schwann. Estas células producen una sustancia deno- minada mielina, que cubre el axón como una vaina. En el reco- rrido, cada ciertos intervalos existen minúsculos cortes en la mielina denominados nódulos de Ranvier. Finalmente, en el extremo del axón se hallan los componentes especializados en recibir y transmitir información sobre el ambiente externo: los receptores sensoriales (Mountcastle 1974).

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