lunes, 7 de abril de 2014

Evaluación

Las iniciativas de evaluación abarcan desde los comentarios anecdóticos de los trabajadores hasta el empleo de complejas metodo- logías cuyas características justifican su inclusión en publicaciones contrastadas. Pueden centrarse en los procesos o en los resul- tados. Por ejemplo, la evaluación de un determinado proceso permite valorar la ejecución del programa, el número de trabaja- dores participantes y la opinión de éstos al respecto. Las evalua- ciones de resultados tienen como objetivo los cambios en el estado de salud, como la frecuencia o el nivel de un determinado factor de riesgo, ya sea autodeclarado (p. ej., nivel de ejercicio) u objetivamente evaluado (p. ej., hipertensión). La evaluación puede centrarse también en aspectos económicos como los vincu- lados a la utilización y el coste de los servicios de asistencia sani- taria, al absentismo o a la incapacidad, esté relacionada con el trabajo o no.
La evaluación puede cubrir únicamente a los participantes en el programa o a la totalidad de los trabajadores sometidos a riesgo. En el primer caso permite tratar aspectos relativos a la eficacia de una determinada intervención, mientras que en el segundo determina la eficacia con que se han reducido los factores de riesgo en una población total. Mientras que en algunas evaluaciones (la mayoría) sólo se analizan los esfuerzos dedicados a la modificación de un factor de riesgo, en otras se estudian los efectos simultáneos de diversas intervenciones. Tras examinar 48 estudios publicados en los que se evalúan los resul- tados de programas globales de promoción de la salud y preven- ción de la enfermedad en el lugar de trabajo, se observó que
47 de ellos registraban resultados sanitarios positivos (Pelletier
1991). Muchos de estos estudios presentan deficiencias significa- tivas de diseño, metodología o análisis. Con todo, su unanimidad respecto a las conclusiones favorables y los resultados optimistas de los mejor diseñados indican que los efectos reales se aproximan a los deseados. Queda por aclarar su reproductibi- lidad en programas semejantes, la persistencia de los efectos observados inicialmente y la posibilidad de que su valoración estadística alcance significación médica. Además, las pruebas de eficacia son mucho más sólidas para algunos factores de riesgo como el consumo de tabaco y la hipertensión, que para la acti- vidad física, las prácticas nutricionales y los factores de salud mental, incluido el estrés.

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