domingo, 6 de julio de 2014

VIGILANCIA DE LOS RIESGOS • PROFESIONALES (III)

Los datos obtenidos de la vigilancia de riesgos pueden complementarse con los de la vigilancia de enfermedades para establecer o confirmar la asociación entre un riesgo y una enfer- medad, así como para otras aplicaciones de salud pública. Por otra parte, estas dos fuentes de datos pueden servir para decidir la necesidad de adoptar medidas correctoras. Los datos de la vigilancia a escala nacional (como los derivados del Sistema de Información para una Gestión Integrada de la OSHA sobre los resultados de las muestras tomadas para determinar el cumpli- miento de las normas de salud en el trabajo - véase más adelante) sirven para fines distintos que los datos de la vigilancia de riesgos en el lugar de trabajo, permitiendo éstos un enfoque y un análisis mucho más detallados. Los datos nacionales pueden ser extremadamente importantes para centrar las inspecciones en el cumplimiento de los requisitos legales o para determinar cuál es la distribución probable de riesgos que impondrá demandas específicas a los servicios médicos de una región. Sin embargo, la vigilancia de riesgos en el lugar de trabajo propor- ciona el nivel de detalle necesario para realizar un análisis en profundidad de las tendencias a lo largo del tiempo. En algunas ocasiones, se observa una tendencia que es independiente de que se hayan introducido cambios en los controles, sino que se produce como respuesta a cambios en los productos que no se harían evidentes si los datos se agregaran por regiones. Tanto los datos nacionales como los datos obtenidos en un lugar de trabajo concreto pueden ser útiles para determinar si existe la necesidad de realizar otros estudios científicos u organizar programas educativos para los trabajadores y la dirección. Combinando los datos sobre la vigilancia de riesgos obtenidos durante las inspecciones de una gran variedad de industrias aparentemente sin relación, algunas veces se pueden identificar grupos de trabajadores cuyas altas exposiciones podrían pasarse por alto de otro modo. Por ejemplo, al analizar las concentra- ciones atmosféricas de plomo medidas por los inspectores de la OSHA entre 1979 y 1985, se identificaron 52 industrias en que los límites de exposición permisibles (PEL) se superaban en más de la tercera parte de las inspecciones (Froines y cols. 1990). Entre esas industrias figuraban la de fundición primaria y secun- daria, la de fabricación de baterías, la de fabricación de pigmentos y la de fundición de cobre/bronce.
Todas ellas presentan tradicionalmente altos niveles de exposi- ción al plomo y las exposiciones excesivas indican un control deficiente de riesgos ya conocidos. De hecho, en ellas abundan los lugares de trabajo bastante pequeños, como los talleres de fundición secundaria del plomo, en los que es poco probable que los directores o trabajadores realicen muestreos sistemáticos de la exposición, hasta el punto de desconocer la existencia de graves problemas de exposición al plomo. Aparte de los altos niveles de exposición ambiental al plomo que cabía esperar en estos lugares de trabajo, se observó que más de la tercera parte de los casos en los que se superaban los PEL correspondían a talleres de pintura de una gran variedad de entornos indus- triales. Ya se sabía que los pintores de carpintería metálica estaban en situación de riesgo por la exposición al plomo, pero se había prestado poca atención a otras industrias con pequeños talleres de pintura de maquinaria o componentes de maqui- naria. En ellos, los trabajadores pueden verse sometidos a expo- siciones peligrosas y, sin embargo, no se les suele considerar trabajadores del plomo porque trabajan en una industria no vinculada al plomo. En cierto sentido, esta encuesta aportó evidencias de un riesgo que se conocía pero que se había olvi- dado hasta que volvió a identificarse al analizar los datos deri- vados de la vigilancia.

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