miércoles, 11 de junio de 2014

Rinitis, sinusitis y poliposis

En los sujetos con trastornos olfatorios hay que evaluar en primer lugar la presencia de rinitis, pólipos nasales y sinusitis. Se calcula que el 20 % de la población de Estados Unidos, por ejemplo, padece trastornos alérgicos de las vías respiratorias superiores. Las exposiciones ambientales pueden no relacionase con el trastorno, causar inflamación o exacerbar un proceso subyacente. La rinitis se asocia a la pérdida olfatoria en el ámbito profesional (Welch, Birchall y Stafford 1995). Algunos agentes químicos como los isocianatos, los anhídridos ácidos, las sales de platino y los colorantes (Coleman, Holliday y Dearman 1994), así como los metales (Nemery 1990), pueden ser alergénicos. Además, se dispone de una considerable cantidad de datos a favor de que los agentes químicos y las partículas aumentan la sensibilidad a los alergenos no químicos (Rusznak, Devalia y Davies 1994). Los agentes tóxicos alteran la permeabilidad de la mucosa nasal, lo que aumenta la penetración de los alergenos y la sintomatología; así, resulta difícil distinguir entre rinitis alérgicas y rinitis por exposición a sustancias tóxicas o en partículas. Si se demuestran inflamación y/o obstrucción en las fosas nasales o los senos, la función olfatoria puede recuperarse con un tratamiento adecuado. Las opciones terapéuticas son nebulizadores tópicos de corticosteroides, antihistamínicos y descongestionantes por vía sistémica, antibióticos e intervenciones quirúrgicas sinusales o polipectomías. Si no existe inflamación ni obstrucción, o el trata- miento no mejora la función olfatoria, el tejido olfatorio puede sufrir un daño permanente. Con independencia de la causa, el individuo debe evitar en el futuro el contacto con la sustancia nociva para que no aumente la lesión del sistema olfatorio.

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