viernes, 6 de junio de 2014

Relaciones exposición-dosis-respuesta (III)

La valoración directa de la dosis en seres humanos es, evidentemente, una tarea imposible, aún disponiendo de métodos para medir las partículas de polvo en diversas muestras biológicas de origen pulmonar, como el esputo, el líquido de lavado boncoal- veolar o los tejidos obtenidos por biopsia o autopsia (Bignon, Sébastien y Bientz 1979). Estos métodos se utilizaron con diversos propósitos: proporcionar información sobre los meca- nismos de retención, validar cierta información sobre la exposición, estudiar el papel de varios tipos de polvo en el desarrollo patogénico (p. ej., exposición anfibólica frente a crisotílica en la asbestosis, o cuarzo frente a carbón en la NMC) y contribuir al diagnóstico.

Pero estas medidas directas sólo proporcionan una idea puntual de la retención en el momento de la toma de muestra y no permiten al investigador reconstruir los datos referentes a las dosis. Los nuevos modelos dosimétricos ofrecen interesantes perspectivas a este respecto (Katsnelson y cols. 1994; Smith
1991; Vincent y Donaldson 1990). Estos modelos tienen como objetivo valorar la dosis a partir de información sobre la exposi- ción considerando la probabilidad de depósito y la cinética de las diferentes vías de depuración. Recientemente se introdujo en estos modelos el interesante concepto de la “distribución nociva”
(Vincent y Donaldson 1990). Este concepto tiene en cuenta la reactividad específica de las partículas depositadas, conside- rando a cada partícula como una fuente que libera algunas enti- dades tóxicas al medio pulmonar. Por ejemplo, en el caso de las partículas de cuarzo, podría teorizar que algunos sitios de la superficie podrían ser la fuente de especies de oxígeno activo. Los modelos desarrollados en estas líneas también podrían perfeccionarse para tener en cuenta la gran variación interindi- vidual observada en general con la depuración alveolar. Esto se documentó experimentalmente con el amianto, observándose que los “animales con alta retención” tenían un riesgo mayor de desarrollar asbestosis (Bégin y Sébastien 1989).
Hasta ahora, estos modelos fueron utilizados exclusivamente por anatomopatólogos experimentales. Pero también podrían ser útiles para los epidemiólogos (Smith, 1991). La mayoría de los estudios epidemiológicos centrados en las relaciones entre la exposición y la respuesta se basaron en la “exposición acumu- lada”, un índice de exposición obtenido integrando en el tiempo las concentraciones estimadas de polvo en suspensión en el aire a las que los trabajadores habían estado expuestos (producto de la intensidad y la duración). El uso de la exposición acumulada presenta algunas limitaciones. Los análisis basados en este índice suponen de forma simplista que la duración y la intensidad tienen efectos equivalentes sobre el riesgo (Vacek y McDonald 1991).
Quizá el uso de estos modelos dosimétricos sofisticados podría proporcionar alguna explicación para una observación común en la epidemiología de las neumoconiosis: “las considerables diferencias interpersonales”, fenómeno observado claramente en la asbestosis (Becklake 1991) y en la NMC (Attfield y Morring
1992). Cuando se relacionó la prevalencia de la enfermedad con la exposición acumulada, se observaron grandes diferencias
—de hasta 50 veces— en el riesgo entre algunos grupos profe- sionales. El origen geológico del carbón (rango del carbón) proporcionó una explicación parcial de la NMC, de forma que los depósitos de minería de carbón de alto rango (un mineral con un contenido elevado de carbón, como la antracita) conlle- vaban un riesgo mayor. El fenómeno todavía no se ha explicado en el caso de la asbestosis. Las dudas sobre la idoneidad de la curva de exposición-respuesta guardan cierta relación —al menos en teoría— con el resultado, incluso con las normas de exposición actuales.
De forma más general, las medidas de la exposición son esen- ciales en el proceso de la valoración del riesgo y el estableci- miento de límites de control. Los nuevos modelos dosimétricos podrían mejorar el proceso de valoración del riesgo en las neumoconiosis, con el objetivo último de aumentar el grado de protección ofrecido por los límites de control (Kriebel 1994).

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