domingo, 10 de abril de 2011

MELANOMA MALIGNO (II)

El tratamiento de los melanomas malignos de la piel consiste en cirugía, radioterapia, quimioterapia y tratamiento biológico (interferón alfa o interleucina-2), aislados o en combinación. Durante el decenio de 1980, los índices de incidencia anual, estandarizados por edad, de melanoma maligno cutáneo osci- laron entre 0,1 por 100.000 en Khon Kaen, Tailandia, y alrededor de 30,9 en varones y 28,5 en mujeres en Queensland, Australia (IARC 1992b). Los melanomas malignos de la piel representan menos del 1% de todos los cánceres en la mayoría de la población. Se ha observado un aumento anual cercano al 5 % en la incidencia de melanoma en la mayoría de la población blanca entre el principio del decenio de 1960 y 1972. La mortalidad por melanoma ha aumentado en las últimas décadas en la mayoría de las poblaciones, pero con menor rapidez que la incidencia, probablemente a causa de la mayor precocidad de los diagnósticos y la toma de conciencia sobre la enfermedad(IARC 1985b, 1992b). Datos más recientes muestran índices diferentes de variación y en algunos casos se observa incluso una tendencia descendente de la incidencia.
Los melanomas malignos de la piel se encuentran entre los diez cánceres más frecuentes en Australia, Europa y Norteamé- rica, y el riesgo de padecerlos durante la vida es del 1-5 %. La población de piel blanca es más propensa que la población de otras razas. El riesgo de melanoma en la población blanca aumenta con la proximidad al ecuador.
La distribución por sexos de los melanomas cutáneos varía ampliamente en las poblaciones (IARC 1992a). Las mujeres presentan una incidencia menor que los varones en casi todas. Existen diferencias por sexos en los patrones de distribución corporal de las lesiones: el tronco y la cara predominan en los varones y las extremidades en las mujeres.
Los melanomas malignos de la piel son más comunes en las clases socioeconómicas más altas que en los grupos de clase más baja (IARC 1992b).
Los melanomas familiares son raros, pero están bien documentados. Entre el 4 y el 10 % de los pacientes refieren antece- dentes de melanoma en sus familiares en primer grado.
La irradiación UV-B solar es probablemente la principal causa del aumento generalizado de la incidencia de melanomas cutáneos (IARC 1993). No está claro si el agotamiento de la capa estratosférica de ozono y el consiguiente aumento de la irradiación UV ha provocado el aumento de la incidencia de melanoma maligno (IARC 1993, Kricker y cols. 1993). El efecto de la radiación UV depende de algunas características, como el fenotipo I y II y los ojos azules. Se sospecha que la radiación UV que emana de las lámparas fluorescentes puede desempeñar un papel, pero este aspecto no se ha demostrado de forma definitiva (Beral y cols. 1982).

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