jueves, 31 de julio de 2008

Factores del puesto de trabajo asociados a la aparición de psicosis (III)

Como ejemplo, en el estudio de Muntaner y cols. (1991), los trabajadores de la industria de la construcción (carpinteros, pintores, techadores, electricistas, fontaneros) tenían 2,58 más probabilidades de sufrir delirios y alucinaciones que los trabajadores administrativos o de gestión; también los empleados domésticos, de lavanderías, tintorerías y otras profesiones similares tenían 4,13 veces más probabilidades de desarrollar esquizofrenia que éstos. Los que se identificaban a sí mismos como escritores, artistas, del espectáculo o deportistas tenían 3,32 veces más probabilidades de sufrir ideas delirantes o alucinaciones que los profesionales ejecutivos, administrativos o de gestión. Por último, los que tenían profesiones relacionadas con campos como las ventas, el correo y la mensajería, la docencia, las bibliotecas y el asesoramiento tenían más riesgo de trastornos afectivos psicóticos. Conviene observar que estas asociaciones entre procesos psicóticos y variables profesionales se estudiaron tras controlar el consumo de alcohol y drogas.
Una de las diferencias más importantes existentes entre los trabajadores manuales y administrativos se da en los tipos de demanda psicológica y estrés psicosocial que experimentan cada uno. Así lo demuestran los hallazgos de Muntaner y cols. (1993), quienes encontraron una asociación entre la complejidad cogni- tiva del entorno y las formas psicóticas de enfermedad mental. Los últimos empleos a tiempo completo de los pacientes esquizofrénicos se caracterizaban por la escasa complejidad de sus rela- ciones con las personas, la información y los objetos (p. ej., celadores, personal de limpieza, jardineros, vigilantes). Algunos investigadores han estudiado algunas de las consecuencias del primer episodio psicótico con respecto al empleo, el rendimiento laboral y la capacidad de trabajo (Jorgensen 1987; Massel y cols.
1990; Beiser y cols. 1994). Por ejemplo, Beiser y cols. exami- naron el funcionamiento profesional después de un primer episodio de psicosis y encontraron que, 18 meses después del mismo, la “psicosis [había] comprometido el funcionamiento profesional”. En otras palabras, el deterioro posmorboso era mayor en los trabajadores esquizofrénicos que en los que pade- cían trastornos afectivos. De igual modo, Massel y cols. (1990) encontraron que la capacidad de trabajo de los psicóticos(personas con esquizofrenia, trastornos afectivos con rasgos psicóticos o trastornos psicóticos atípicos) se había visto alterada, en comparación con los no psicóticos (p. ej., personas con tras- tornos afectivos sin rasgos psicóticos, trastornos por ansiedad, trastornos de la personalidad y trastornos por abuso de sustan- cias psicoactivas). Los sujetos psicóticos de su estudio presentaban importantes alteraciones del pensamiento, hostilidad y suspicacia que guardaban correlación con un escaso rendimiento laboral.
En resumen, nuestro conocimiento acerca de la relación entre los factores relacionados con el trabajo y las psicosis se halla aún en un estadio embrionario. Como afirma Brodsky (1984), “los riesgos físicos y químicos del lugar de trabajo han recibido una considerable atención, pero las tensiones psicológicas asociadas al trabajo no han sido tratadas en la misma medida, excepto en lo que concierne a las responsabilidades de dirección o al patrón de comportamiento con tendencia al infarto de miocardio”. Ello implica que es muy necesaria la investigación en el campo de las psicosis relacionadas con el trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que cada trabajador destina a su empleo, en promedio, el 42 a 44 % de su vida (Hines, Durham y Geoghegan 1991; Lemen 1995) y que el trabajo se ha asociado con el bienestar psicológico (Warr 1978). Necesitamos comprender mejor qué tipos de factores estresantes profesionales y en qué circunstancias influyen en qué tipo de trastorno psicológico. Por ejemplo, sería necesario estudiar si existen estadios de intensidad, duración o frecuencia de la tensión psicosocial por los que pasan los trabajadores en su entorno laboral, junto a factores personales, sociales, culturales y políticos de su vida diaria. Estamos tratando de temas complejos que exigen soluciones ingeniosas junto a análisis profundos.

miércoles, 30 de julio de 2008

Factores del puesto de trabajo asociados a la aparición de psicosis (II)

DeWolf (1986) cree que la exposición o la interacción de múltiples situaciones estresantes durante períodos prolongados de tiempo es un proceso complejo por el que algunos trabajadores sufren problemas psicológicos. Brodsky (1984), en su estudio sobre 2.000 trabajadores que habían sido sus pacientes durante más de 18 años, encontró que: (1) la cromatología, la frecuencia, la intensidad y la duración de las condiciones desagradables de trabajo eran potencialmente dañinas, y opinó que entre el 8 y el 10 % de la población activa sufría problemas de salud psicológicos, emocionales o físicos incapacitantes; y (2) los trabajadores reaccionan al estrés relacionado con el trabajo en parte “en función de sus percepciones, personalidad, edad, situación social, etapa vital, expectativas incumplidas, experiencias previas, sistemas de apoyo social y capacidad para responder adecuadamente o adaptarse.” Además, el sufrimiento psicoló- gico puede, en teoría, agudizarse si el trabajador tiene una sensación de imposibilidad de control (p. ej., incapacidad para tomar decisiones) e impredecibilidad en el entorno laboral (p. ej., recortes de plantilla y reorganización de la empresa) (Labig
1995; Link y Stueve 1994).
Se ha prestado escasa atención a los “antecedentes” laborales de los trabajadores que desarrollan psicosis. Los pocos investiga- dores que han estudiado empíricamente la relación entre los factores psicosociales del entorno laboral y la psicopatología grave han encontrado relaciones entre las condiciones “incle- mentes” (ruido, peligro, calor, humedad, emanaciones y frío) y las psicosis (Link, Dohrenwend y Skodol 1986; Muntaner y cols. 1991). Link, Dohrenwend y Skodol (1986) intentaron determinar los trabajos que realizaban los esquizofrénicos cuando experimentaron su primer episodio psicótico. Estudiaron los primeros puestos de trabajo a tiempo completo de los trabaja- dores que habían desarrollado (a) episodios de esquizofrenia o de tipo esquizofrénico; (b) depresión; y (c) ninguna psicopatología. Hallaron una mayor frecuencia de condiciones laborales inclementes en los trabajadores manuales que en los administrativos. Llegaron a la conclusión de que el trabajo en condiciones desagradables constituye un riesgo potencial significativo para la manifestación de los episodios psicóticos (es decir, de esquizofrenia).
Muntaner y cols. (1991) reprodujeron los hallazgos de Link, Dohrenwend y Skodol (1986) y analizaron con mayor detalle la posible contribución de los distintos factores estresantes profesio- nales al riesgo de desarrollar o sufrir psicosis. Para ello, anali- zaron tres tipos de procesos psicóticos con arreglo a los criterios del DSM III, esquizofrenia; criterio A de la esquizofrenia (alucinaciones e ideas delirantes); y criterio A de la esquizofrenia con episodio afectivo (trastorno psicótico-afectivo). La muestra de su estudio retrospectivo procedía de un estudio más amplio sobre un área de captación epidemiológica (ACE) que investigaba la incidencia de trastornos psiquiátricos en cinco regiones
(Connecticut, Maryland, Carolina del Norte, Missouri y California). Encontraron que las características psicosociales del trabajo (grandes demandas físicas, falta de control sobre el trabajo y las condiciones laborales, factores inclementes) aumentaban el riesgo de desarrollo de psicosis.

martes, 29 de julio de 2008

Factores del puesto de trabajo asociados a la aparición de psicosis (I)

Aunque la información y la investigación empírica sobre las psicosis relacionadas con el trabajo son muy escasas, en parte a causa de su baja prevalencia en el entorno laboral, varios investi- gadores han observado relaciones entre los factores psicosociales del entorno laboral y la angustia psicológica (Neff 1968; Lazarus 1991; Sauter, Murphy and Hurrell 1992; Quick y cols.
1992). Se ha comprobado que factores estresantes psicosociales importantes propios del empleo, como la ambigüedad de las funciones, los conflictos de funciones, la discriminación, los conflictos entre supervisor y supervisado, la sobrecarga de trabajo y el entorno en que éste se desarrolla se asocian a una mayor propensión a las enfermedades relacionadas con el estrés, a la impuntualidad y al absentismo, al rendimiento escaso, a la depresión, a la ansiedad y a otras formas de sufrimiento psicosocial (Levi, randenhaeuser y Gardell 1986; Sutherland y Cooper 1988).
Parece que el estrés desempeña un papel fundamental en las complejas manifestaciones de los distintos tipos de trastornos fisiológicos y psicológicos. Margolis y Kroes (1974) creen que el estrés en el trabajo aparece cuando algún factor o combinación de factores laborales interactúa con el trabajador y altera su homeostasis psicológica o fisiológica. Estos factores pueden ser externos o internos. Entre los primeros se hallan las distintas presiones o demandas del entorno que surgen de la profesión de la persona, de su matrimonio, familia o amigos. Por el contrario, los factores internos son las presiones y demandas que se impone el trabajador a sí mismo, por ejemplo, por ser “ambicioso, materialista, competitivo y agresivo” (Yates, 1989). Son estos factores internos y externos, por separado o en conjunto, los que pueden causar una tensión profesional que induce problemas psicológicos y fisiológicos importantes en el trabajador.
Varios investigadores se han planteado si el estrés intenso o acumulado, conocido como “hiperactivación inducida por el estrés” y derivado del entorno laboral, puede inducir trastornos psicóticos relacionados con el trabajo (Bentall, Dohrenwend y Skodol 1990; Link, Dohrenwend y Skodol 1986). Así, existen pruebas que relacionan las experiencias alucinatorias y delirantes con acontecimientos estresantes específicos. Se ha asociado la aparición de alucinaciones con la hiperactivación inducida por el estrés causada por accidentes en minas, situaciones de retención de rehenes, explosiones en fábricas de productos químicos, la guerra, operaciones militares prolon- gadas y la pérdida del cónyuge (Comer, Madow y Dixon 1967; Hobfoll 1988; Wells 1983).

lunes, 28 de julio de 2008

Factores químicos relacionados con el trabajo: Otros factores

Varios medicamentos pueden causar delirio, que, a su vez, puede evolucionar a la psicosis. Entre ellos se encuentran los antihipertensivos, los anticolinérgicos (incluidos algunos de los fármacos utilizados en el tratamiento del resfriado común), los antidepresivos, los tuberculostáticos, los antiparkinsonianos y los antiulcerosos (como la cimetidina). Además, pueden aparecer psicosis relacionadas con el uso de sustancias psicoactivas legales o ilegales, como el alcohol, las anfetaminas, la cocaína, el PCP, los esteroides anabolizantes y la marihuana. Estos delirios y alucina- ciones suelen ser transitorios. Si bien el contexto es variable, las ideas delirantes de persecución son muy comunes. En las alucinaciones relacionadas con el alcohol, la persona puede oír voces que le amenazan, insultan, critican o condenan. A veces, estas voces hablan en tercera persona. Al igual que sucede con las personas que sufren delirios paranoides o persecutorios, es preciso hacer una evaluación cuidadosa de estos sujetos, pues pueden ser peli- grosos para sí mismos o para los demás.
La psicosis posparto es relativamente rara en el mundo del trabajo, pero conviene reseñarla pues son muchas las mujeres que están volviendo a su trabajo antes de lo que solían. Tiende a ocurrir en madres primerizas (o, más rara vez, en padres) y suele instaurarse entre dos y cuatro semanas después del parto.
En distintas culturas pueden desarrollarse psicosis asociadas a creencias comunes. Se han descrito varias reacciones psicóticas de base cultural, como el “koro” en el sur y este de Asia, “la reacción psicótica qi-gong ” en poblaciones chinas, el “piblokto” en las comunidades esquimales y el “whitigo” en varios grupos de indios norteamericanos (Kaplan and Sadock 1995). No parecen existir estudios sobre la eventual relación de estos fenómenos psicóticos y las variables profesionales.

viernes, 25 de julio de 2008

Gases y vapores

Una vez dispersados en el aire, los gases y vapores contaminantes generalmente forman mezclas tan diluidas que sus propiedades físicas (como la densidad, la viscosidad, la entalpía, etc.) son indistinguibles de las del aire limpio. Puede considerarse que estas mezclas siguen las relaciones de las leyes de los gases ideales. No existen diferencias prácticas entre un gas y un vapor, salvo que este último se considera generalmente la fase gaseosa de una sustancia que puede existir en forma sólida o líquida a temperatura ambiente. Mientras están dispersadas en el aire, todas las moléculas de un compuesto dado son básicamente equivalentes con respecto a su tamaño y a las probabilidades de captura por las superficies del medio ambiente, del tracto respiratorio y de muestreadores o colectores de contaminantes.

jueves, 24 de julio de 2008

Contaminantes atmosféricos

Los contaminantes pueden dispersarse en el aire a temperaturas y presiones ambientes normales en formas gaseosa, líquida y sólida. Las dos últimas representan suspensiones de partículas en el aire, y Gibbs les asignó el término genérico de aerosoles (1924) por analogía con el término hidrosol, utilizado para describir sistemas dispersados en agua. Los gases y los vapores, presentes como moléculas claramente definidas, forman verdaderas soluciones en el aire. Las partículas formadas por materiales con presión de vapor moderada a alta tienden a evaporarse rápidamente, ya que las que son lo suficientemente pequeñas como para permanecer suspendidas en el aire durante más de algunos minutos (es decir, las inferiores a unas 10 m) presentan relaciones superficie/volumen grandes. Algunos materiales con presiones de vapor relativamente bajas pueden tener fracciones apreciables en formas de vapor y aerosol de manera simultánea.

miércoles, 23 de julio de 2008

La función sexual

El concepto de función sexual humana hace referencia a las actividades integradas de los testículos y de las glándulas sexuales secundarias, los sistemas endocrinos de control y los componentes conductuales y psicológicos de la reproducción localizadas en el sistema nervioso central (libido). La erección, la eyaculación y el orgasmo son tres procesos fisiológicos y psicodinámicos diferentes que normalmente aparecen de forma simultánea en los varones.
Se dispone de pocos datos fidedignos acerca de los efectos de la exposición profesional sobre la función sexual debido a los problemas descritos anteriormente. Se ha demostrado que distintos fármacos afectan a cada una de las tres fases de la función sexual del varón (Fabro 1985), lo que indica que las exposiciones profesionales pueden ejercer efectos semejantes. Los antidepresivos, los antagonistas de la testosterona y los estimuladores de la liberación de prolactina reducen eficazmente la libido en los varones. Los fármacos antihipertensivos que actúan sobre el sistema nervioso simpático inducen impotencia en algunos varones y, sorprendentemente, priapismo en otros. La fenoxibenzamina, un antagonista de los receptores alfadrenérgicos, se ha utilizado a nivel clínico para bloquear la emisión de semen, pero no el orgasmo (Shilon Paz y Homonnai 1984). Los fármacos antidepresivos anticolinérgicos permiten la emisión de semen, aunque bloquean la eyección seminal y el orgasmo, lo que provoca que el líquido seminal rezume por la uretra en vez de ser eyaculado.
Las drogas de abuso también afectan a la función sexual (Fabro 1985). El etanol puede reducir la impotencia aumen- tando la libido. La cocaína, la heroína y los cannabinoides a dosis elevadas reducen la libido. Los opiáceos también retrasan o alteran la eyaculación.
La amplia y variada gama de productos farmacéuticos de los que se ha demostrado que afectan al sistema reproductor masculino apoyan la idea de que las sustancias químicas presentes en el lugar de trabajo también pueden actuar como sustancias tóxicas reproductivas. Es necesario disponer de métodos de investigación fidedignos y prácticos adaptados a las características de los estudios de campo para evaluar esta área importante de la toxicología reproductiva.

martes, 22 de julio de 2008

Ejemplos de efectos producidos por sustancias tóxicas

El plomo es un ejemplo clásico de sustancia tóxica que afecta directamente al sistema neuroendocrino. Se observó que las concentraciones séricas de LH estaban elevadas en varones expuestos al plomo durante menos de un año. Este efecto no progresó en varones expuestos durante más de cinco años. Los niveles séricos de FSH no resultaron afectados. Por otra parte, los niveles séricos de PFA estaban elevados y los de testosterona total reducidos en los varones expuestos al plomo durante más de cinco años. Los niveles séricos de testosterona libre estaban signi- ficativamente reducidos tras la exposición al plomo durante tres a cinco años (Rodamilans y cols. 1988). Por el contrario, las concentraciones séricas de FSH, LH, testosterona total, prolactina y 17-cetoesteroides neutros totales no estaban alteradas en trabajadores con niveles de plomo circulante menores, aunque la frecuencia de distribución del recuento de espermatozoides estaba alterada (Assennato y cols. 1986).
La exposición de los pintores de astilleros al 2-etoxietanol también redujo el recuento de espermatozoides sin una modifi- cación simultánea de las concentraciones séricas de FSH, LH ni testosterona (Welch y cols. 1988). Por ello, las sustancias tóxicas pueden afectar a la producción de hormonas y al recuento de espermatozoides independientemente.
Los varones que trabajaban en la fabricación del nematocida DBCP experimentaron un ascenso de los niveles séricos de LH y FSH y una reducción del recuento de espermatozoides y de la fertilidad. Estos efectos parecen ser secuelas de las acciones sobre las células de Leydig del DBCP, que altera la producción o la acción de los andrógenos (Mattison y cols. 1990).
Varios compuestos pueden ejercer toxicidad a través de una semejanza estructural con las hormonas esteroides reproductivas. Así, mediante su unión al receptor endocrino respectivo, las sustancias tóxicas pueden actuar como agonistas o antago- nistas, alterando las respuestas biológicas. El clordecono (Kepone), insecticida que se une a los receptores de estrógenos, redujo el recuento y la movilidad de los espermatozoides, detuvo la maduración espermática y redujo la libido. Aunque resulta tentador sugerir que estos efectos son consecuencia de la interfe- rencia del clordecono con las acciones de los estrógenos a nivel neuroendocrino o testicular, no se demostró que los niveles séricos de testosterona, LH ni FSH estuvieran alterados en estos estudios de una forma semejante a la de los efectos derivados del tratamiento con estradiol. El DDT y sus metabolitos también muestran propiedades esteroides y se podría esperar que alterara la función reproductiva masculina interfiriendo con las funciones de las hormonas esteroides. Sustancias xenobióticas como los bifenilos policlorados, polibromados y los plaguicidas organoclorados también pueden interferir con las funciones reproductivas masculinas ejerciendo una actividad agonista/antagonista estrogénica (Mattison y cols. 1990).

lunes, 21 de julio de 2008

Otros productos químicos

Varios productos químicos diferentes que no pertenecen a ninguno de los grupos mencionados anteriormente poseen también neurotoxicidad. Algunos de ellos se utilizan como pesticidas, y también en distintos procesos industriales. Algunos tienen efectos neurotóxicos agudos y crónicos documentados; otros tienen efectos agudos evidentes, pero sus efectos crónicos apenas se han analizado. En la Tabla 7.8 se ofrecen ejemplos de estos productos químicos, de sus usos y sus efectos.

domingo, 20 de julio de 2008

Pesticidas


Pesticidas es una denominación genérica para todos los productos químicos utilizados para destruir grupos de plantas o animales


que constituyen un peligro para la salud humana o que pueden causar pérdidas económicas. Se engloban en ella insecticidas, fungicidas, raticidas, fumigantes y herbicidas. Anualmente se utilizan en la agricultura en todo el mundo unos 2.500 millones de kilos de productos pesticidas, que contienen más de 600 componentes activos. Los pesticidas con organofosforados, carba- mato y organoclorados, junto a los piretroides, los herbicidas clorofenoxidos y los compuestos de metales orgánicos utilizados como fungicidas tienen propiedades neurotóxicas (Tabla 7.7). Entre los numerosos productos químicos utilizados como raticidas, algunos (p. ej., estricnina, fosfuro de zinc y talio) son también neurotóxicos. La exposición profesional a pesticidas neurotóxicos está asociada principalmente con trabajos agrícolas como la manipulación de pesticidas y el trabajo con cultivos tratados, aunque los exterminadores, los trabajadores en la fabricación y formulación de pesticidas, los trabajadores de carreteras
y ferrocarriles y los de invernaderos, silvicultura y viveros, pueden tener también un riesgo importante de exposición a pesticidas

neurotóxicos. Los niños, que son una parte importante de la mano de obra en la agricultura, son especialmente vulnerables porque su sistema nervioso todavía no está completamente desa- rrollado. Los efectos agudos de los pesticidas están por lo general bien descritos, y se ven con frecuencia efectos duraderos tras la exposición repetida o exposiciones únicas a dosis altas (Tabla 7.7), aunque el efecto de la exposición subclínica repetida es incierto.

sábado, 19 de julio de 2008

Trastornos renales y urinarios no malignos

La glomerulonefritis es una reacción inflamatoria de la membrana basal glomerular o del endotelio capilar. Las formas agudas y crónicas de esta enfermedad son secundarias a diferentes procesos infecciosos, autoinmunes o inflamatorios, o a una exposición a agentes tóxicos. La glomerulonefritis se asocia a vasculitis, ya sea sistémica o limitada a los riñones. También se produce una lesión crónica secundaria del glomérulo durante un ciclo intenso de agresión nefrotóxica al intersticio de las células tubulares. Los signos típicos de la glomerulonefritis en las mues- tras de biopsia renal son las semilunas glomerulares epiteliales o formas proliferativas. Los síntomas de glomerulonefritis son la hipertensión y la presencia de sangre, cilindros de hematíes o proteínas en la orina. Puede variar el contenido proteico de la sangre, con un descenso de determinadas fracciones del complemento sérico, un grupo complejo de proteínas interrela- cionadas del sistema inmunitario, las defensas del huésped y los factores de coagulación. Existen pruebas directas e indirectas que confirman la importancia de los xenobióticos como factor causal de glomerulonefritis.
El glomérulo impide el paso de los hematíes portadores del oxígeno a través de su filtro. Tras la centrifugación, el estudio al microscopio óptico de gran aumento muestra un solo eritrocito en 10 ml. de orina normal. Cuando los eritrocitos atraviesan el filtro glomerular y quizá adquieren dismorfismos individuales, se forman moldes eritrocíticos que adoptan la configuración cilíndrica de las nefronas colectoras.
Como confirmación de la importancia de las toxinas como factor etiológico en la glomerulonefritis, los estudios epidemiológicos han mostrado pruebas crecientes de exposición tóxica en pacientes sometidos a diálisis o diagnosticados de glomerulonefritis. Las pruebas de una lesión glomerular por exposición aguda a hidrocarburos son escasas, pero se han podido observar en estudios epidemiológicos, con unos porcentajes de probabilidad del 2,0 al 15,5. Un ejemplo de toxicidad aguda es la enfer- medad de Goodpasture, en la que los hidrocarburos estimulan la producción de anticuerpos contra proteínas hepáticas y pulmonares que tienen reacciones cruzadas con la membrana basal. También se ha observado una exacerbación del síndrome nefrótico, con grandes cantidades de proteínas en la orina, en individuos que han sufrido una exposición repetida a disolventes orgánicos, mientras que otros estudios revelan una relación histórica con una amplia gama de trastornos renales. Otros disolventes, como los productos desengrasantes, las pinturas y los pegamentos, guardan relación con formas más crónicas de la enfermedad. El conocimiento de los mecanismos de excreción y reabsorción de los disolventes ayuda a identificar los posibles marcadores biológicos, ya que incluso una lesión glomerular mínima da lugar a un aumento del paso de hematíes a la orina. Aunque los hematíes urinarios son un signo cardinal de lesión glomerular, es importante descartar otras posibles causas de hematuria.

viernes, 18 de julio de 2008

Toxicología ambiental y laboral


Un volumen considerable de datos epidemiológicos confirma la relación causal del cáncer de vejiga con la exposición profesional, pero es difícil calcular la contribución exacta de las exposiciones en el lugar de trabajo a la insuficiencia y las neoplasias renales. En un estudio reciente se calculaba que hasta un 10 % de las nefropatías terminales podían atribuirse a las exposiciones profe- sionales, pero no es fácil confirmar estos datos debido a los cambios en los riesgos ambientales y químicos, a las variaciones en los criterios de diagnóstico y al período de latencia frecuentemente prolongado entre la exposición y la aparición de enfermedad. Se calcula que puede perderse la función de dos tercios de las nefronas de ambos riñones antes de que sea clínicamente evidente la lesión renal. Sin embargo, cada vez existen más pruebas de que lo que antes se pensaba que eran causas socioeconómicas o étnicas de nefrotoxicidad pueden ser en realidad causas ambientales, lo que respalda el protagonismo de las sustancias tóxicas en el desarrollo de la patología.


La nefrotoxicidad puede tener una relación directa con los xenobióticos, o los xenobióticos pueden experimentar activacióno inactivación en uno o varios pasos en el riñón o el hígado. La activación de los xenobióticos está regulada por un complejo grupo de enzimas identificados como de fase I, de fase II y auxiliares. Una de las enzimas de fase I es el sistema oxidativo P-450, que actúa por mecanismos de reducción o hidrólisis. Las enzimas de fase II catalizan la conjugación, mientras que las auxiliares regulan el metabolismo de fármacos (la Tabla 8.1 recoge estas enzimas). Mediante diversos modelos animales se han podido estudiar los mecanismos metabólicos, y los estudios de cortes renales y de microdisección de las nefronas renales en cultivos tisulares han permitido mejorar el conocimiento de los mecanismos patológicos. Sin embargo, son notables las variables individuales y entre especie y, aunque los mecanismos pueden ser parecidos, conviene ser muy cautos al extrapolar los resultados a los seres humanos en un entorno laboral. Lo más importante ahora es determinar qué xenobióticos son nefrotóxicos y/o cancerígenos, y sobre qué tejidos actúan, y desarrollar métodos para identificar con mayor exactitud su toxicidad subclínica sobre el sistema nefrourinario.

jueves, 17 de julio de 2008

Factores de riesgo en el trabajo

En los estudios epidemiológicos se ha encontrado de forma bastante constante que el dolor lumbar, la ciática o la hernia de disco intervertebral y los cambios degenerativos de la columna lumbar se asocian al trabajo físico pesado. Se sabe poco, no obstante, sobre los límites aceptables de carga física que puede soportar la espalda.
El dolor lumbar se relaciona con el levantamiento, el transporte, el empuje o la tracción de cargas frecuentes o pesadas Se producen fuerzas de tracción elevadas dirigidas contra los músculos y ligamentos, así como una elevada compresión sobre las superficies óseas y articulares. Estas fuerzas pueden producir lesiones mecánicas de los cuerpos vertebrales, los discos intervertebrales, los ligamentos y las partes posteriores de las vértebras. Las lesiones pueden estar causadas por sobrecargas bruscas o por fatiga debida a la carga repetitiva. Los microtraumatismos repetidos, que pueden ocurrir incluso sin que la persona sea consciente de ello, han sido propuestos como causa de la degeneración de la columna lumbar.
El dolor de espalda también se asocia a las torsiones, curvaturas u otras posturas no neutras del tronco adoptadas de forma frecuente o prolongada. El movimiento es necesario para la nutrición del disco intervertebral, y las posturas estáticas pueden alterar la nutrición. En otros tejidos blandos puede aparecer fatiga. Asimismo, la posición sedente prolongada en una postura (por ejemplo, en las costureras o en los conductores de vehículos
a motor) aumenta el riesgo de padecer dolor lumbar.
Se ha observado que la conducción prolongada de vehículos de motor aumenta el riesgo de padecer dolor lumbar y ciática o hernia discal. Los conductores están expuestos a una vibración de todo el cuerpo que posee un efecto adverso sobre la nutrición del disco. También pueden contribuir al riesgo los impulsos súbitos de carreteras bacheadas, la tensión postural y la manipulación de materiales por parte de los conductores profesionales. Una causa evidente de lesiones en la espalda es el trauma- tismo directo causado por accidentes como caídas o resbalones. Además de a las lesiones agudas, existen pruebas de que las lesiones traumáticas de la espalda contribuyen de forma sustancial al desarrollo de síndromes lumbares crónicos.
El dolor lumbar se asocia a diversos factores psicosociales laborales, como el trabajo monótono y el realizado con agobio de tiempo, así como el escaso apoyo social por parte de los compañeros y superiores. Los factores psicosociales afectan a la comunicación y a la recuperación del dolor lumbar, pero existe controversia acerca de su papel etiológico.

miércoles, 16 de julio de 2008

Dolor lumbar: Incidencia

Las estimaciones sobre la prevalencia del dolor lumbar varían dependiendo de las definiciones utilizadas en las diferentes investigaciones. Las tasas de prevalencia de los síndromes dolorosos lumbares en la población general finlandesa de más de 30 años se muestran en la Tabla 6.2. Tres de cada cuatro personas han experimentado dolor lumbar (y una de cada tres, dolor ciático) en algún momento de su vida. Cada mes, una de cada cinco personas padece dolor lumbar o ciático y, en un momento dado, una de cada seis personas padece un síndrome doloroso lumbar clínicamente verificable. La ciática o hernia del disco intervertebral es menos frecuente y afecta al 4 % de la población. Alrededor de la mitad de las personas con síndrome de dolor lumbar presentan alteraciones funcionales, que son graves en el 5 %. La ciática es más frecuente en los varones, aunque otros trastornos lumbares son igualmente frecuentes en ambos sexos. El dolor



lumbar es relativamente raro antes de los 20 años de edad, pero a partir de entonces se produce un aumento continuo de la prevalencia hasta los 65 años de edad, cuando comienza a descender.
La prevalencia de cambios degenerativos en la columna lumbar aumenta con la edad. Alrededor de la mitad de los varones de 35 a 44 años y nueve de cada diez varones de 65 o más años de edad presentan signos radiográficos de degeneración discal en la columna lumbar. Se observa degeneración grave en el5y el 38 %, respectivamente. Los cambios degenera- tivos son algo más frecuentes en los varones. Las personas con cambios degenerativos en la columna lumbar presentan dolor lumbar con más frecuencia que las que no los presentan, aunque también entre las personas asintomáticas son frecuentes los cambios degenerativos. En la imagen por resonancia magnética (RM) se ha encontrado degeneración discal en el 6 % de las mujeres asintomáticas de menos de 20 años de edad y en el 79 % de aquellas con edades iguales o superiores a 60 años.
En general, el dolor lumbar es más frecuente en los trabajadores manuales que en los no manuales. En Estados Unidos, las personas que manipulan materiales, los ayudantes de enfermería y los conductores de camiones presentan las mayores tasas de lesiones de espalda objeto de indemnizaciones.

martes, 15 de julio de 2008

Factores químicos relacionados con el trabajo

Se sabe que ciertas sustancias químicas, como el mercurio, el disulfuro de carbono, el tolueno, el arsénico y el plomo han producido psicosis en trabajadores manuales. Por ejemplo, se ha descubierto que el mercurio induce una psicosis en los trabajadores de la industria del sombrero, que ha recibido el literario nombre de “psicosis del sombrerero loco” (Kaplan y Sadock, 1995). Stopford (comunicación personal, 6 de noviembre de 1995) sugiere que el disulfuro de carbono indujo psicosis en un grupo de trabajadores franceses en 1856. En Estados Unidos, en 1989, dos hermanos del estado de Nevada compraron este producto para matar ardillas y desarrollaron una psicosis grave tras entrar en contacto con él: uno de los hermanos disparó a un tercero y el otro se disparó a sí mismo durante un cuadro de confusión grave y depresión psicótica. La incidencia de suicidio y homicidio se multiplica por trece tras la exposición al disulfuro de carbono. Además, Stopford señala que se sabe que la exposición al tolueno (utilizado en la fabricación de explosivos y tintes) causa una encefalopatía aguda con psicosis. También puede causar síntomas de pérdida de memoria, cambios del estado de ánimo (p. ej., disforia) deterioro de la coordinación visualmanual y alteraciones del lenguaje. Así pues, varios disolventes orgánicos, utilizados sobre todo en la industria química, ejercen una influencia directa en el sistema nervioso central (SNC), en el que inducen cambios bioquímicos y un comportamiento impredecible (Levi, Frandenhaeuser y Gardell 1986). La Administración para la Salud y la Seguridad en el Trabajo (Occupational Safety and Health Administration, OSHA) y el Instituto Nacional para la Salud y la Seguridad en el Trabajo (National Institute for Occupational Safety and Health, NIOSH) de Estados Unidos y la industria química han establecido precauciones, procedimientos y protocolos especiales destinados a reducir al mínimo el riego de las personas que trabajan con sustancias químicas tóxicas.

lunes, 14 de julio de 2008

Estados mentales

La esquizofrenia es probablemente el mejor conocido de los tras- tornos psicóticos. Se trata de una enfermedad que causa un dete- rioro progresivo y que suele tener un comienzo insidioso. Se han identificado varias subcategorías específicas, que comprenden los tipos paranoide, desorganizado, catatónico, indiferenciado y residual. Las personas con este trastorno tienen a menudo historias laborales limitadas y no suelen formar parte de la población activa una vez desarrollada la enfermedad. Tienen frecuentes alteraciones profesionales y pierden el interés o el deseo de trabajar. Salvo en empleos de muy escasa complejidad, suele ser muy difícil que conserven su puesto de trabajo.
El trastorno esquizofreniforme es similar a la esquizofrenia, pero sus episodios son de duración breve, en general inferior a seis meses. El funcionamiento social y profesional previo de las personas que sufren este trastorno suele haber sido bueno y, cuando los síntomas ceden, recuperan su rendimiento anterior. En consecuencia, el impacto profesional de este trastorno puede ser notablemente inferior al de la esquizofrenia.
El trastorno esquizoafectivo tiene también mejor pronóstico que la esquizofrenia, aunque peor que el de los trastornos afectivos. La alteración profesional es muy frecuente en este grupo de pacientes. A veces, las psicosis aparecen en los trastornos afectivos mayores. Con el tratamiento adecuado, el funciona- miento laboral de los trabajadores con trastornos afectivos mayores es por lo general mucho mejor que el de los que tienen esquizofrenia o trastornos esquizoafectivos.
Ciertos factores estresantes, como la pérdida del empleo o la muerte de un ser querido, pueden causar psicosis reactivas breves. Parece probable que este trastorno psicótico sea más frecuente en el medio laboral que otras psicosis, sobre todo cuando se asocian a características esquizoides, esquizotípicas o limítrofres.
Parece probable que los trastornos delirantes sean relativamente frecuentes en el entorno de trabajo. El sujeto afectado por el tipo erotomaniaco cree típicamente ser amado por otra persona, en general de situación social más alta. A veces, acosa a esa persona con llamadas telefónicas, cartas o incluso espián- dola. Muchas de estas personas desempeñan empleos modestos, viven aislados y retirados y tienen contactos sociales y sexuales limitados. El trastorno de tipo grandioso suele asociarse a ideas delirantes de valor, poder, conocimientos o relaciones de alto nivel, o de relación especial con una deidad o algún famoso. El tipo celoso cree erróneamente que su pareja sexual le es infiel. El tipo persecutorio cree que él mismo (o alguien próximo a él) está siendo engañado, acosado, perseguido o maltratado de alguna otra forma. Estas personas suelen sentirse resentidas y furiosas, y pueden recurrir a la violencia contra aquellos a los que consideran sus enemigos. Rara vez desean buscar ayuda, pues no creen que les ocurra nada. Los tipos somáticos desarrollan la idea, pese a cualquier prueba en contrario, de que sufren una enfermedad infecciosa. También pueden creer que están desfigurados, o preocuparse obsesivamente por un mal olor corporal. Estos trabajadores con ideas delirantes causan con frecuencia problemas laborales.

viernes, 11 de julio de 2008

Vías aéreas torácicas


El material radiactivo depositado en el tórax suele dividirse entre la región traqueobronquial (TB), en la que las partículas depositadas son objeto de un aclaramiento mucociliar relativamente rápido, y la región alveolo-intersticial (AI), en la que el aclaramiento de partículas es mucho más lento. Con fines dosimétricos, la ICRP (1994) dividió el depósito de material inhalado en la región TB entre la tráquea y los bron- quios (BB), por una parte, y las vías aéreas pequeñas más distales, los bronquiolos (bb), por otra. Sin embargo, la eficacia subsiguiente con la que los cilios de cualquier tipo de vía aérea son capaces de eliminar las partículas depositadas es un aspecto controvertido. Para asegurarse de que no se infravalorarían las dosis recibidas por los epitelios bronquial y bronquiolar, el Grupo de Trabajo asumió que hasta la mitad del número de partículas depositadas en estas vías aéreas es objeto de un acla- ramiento mucociliar relativamente “lento”. La probabilidad de que una partícula sea eliminada de forma relativamente lenta por el sistema mucociliar parece depender de su tamaño físico.
El material depositado en la región AI se subdivide entre tres compartimentos (AI1, AI2 y AI3), en los que el aclaramiento, con velocidades características diferentes en las diversas subregiones, es más lento que en la región TB.
La Figura 10.4 representa las predicciones del modelo de la ICRP (1994) en términos de depósito fraccional en cada región en función del tamaño de las partículas inhaladas. Refleja el depósito pulmonar mínimo entre 0,1 y 1 m, rango en el que el depósito está determinado en gran medida por el intercambio que tiene lugar en las regiones profundas de los pulmones entre el volumen corriente y el residual. El depósito aumenta por debajo de 0,1 m, a medida que aumenta la eficacia de la difusión al disminuir el tamaño de las partículas. El depósito también es mayor al aumentar el tamaño de las partículas por encima de 1 m, debido a la creciente eficacia de la sedimenta- ción y la impactación.
Los profesionales y los organismos dedicados a la salud profesional y a la contaminación del aire de la comunidad han adoptado modelos menos complejos para el depósito selectivo en función del tamaño, que se han utilizado para desarrollar unos límites de exposición por inhalación dentro de rangos de tamaño de partículas específicos. Se distingue entre:
1. Partículas que no se aspiran por la nariz o la boca y que, por consiguiente, no representan un riesgo de inhalación
2. La masa particulada inhalable (MPI) (también conocida como inspirable), constituida por las partículas que se inhalan y son peligrosas si se depositan en algún lugar del tracto respiratorio
3. La masa particulada torácica (MPT), constituida por las partículas que penetran en la laringe y son peligrosas si se depositan en algún lugar dentro del tórax, y
4. La masa particulada respirable (MPR), constituida por las partículas que penetran a través de los bronquiolos terminales
y que son peligrosas si se depositan dentro de la región de intercambio gaseoso de los pulmones.


A comienzos del decenio de 1990, tuvo lugar una armoniza- ción internacional de las definiciones cuantitativas de MPI, MPT y MPR. Las especificaciones de toma de aire selectiva por tamaño para los muestreadores de aire que cumplen los criterios de la Conferencia Americana de Higienistas Industriales del Gobierno (American Conference of Governmental Industrial Hygienists, ACGIH,1993), la Organización Internacional para la Normalización (International Organization for Standardiza- tion, ISO, 1991) y el Comité Europeo de Normalización (Euro- pean Standardization Committee, CEN, 1991), se enumeran en la Tabla 10.2. Son diferentes de las fracciones de depósito de la ICRP (1994), especialmente con respecto a las partículas de mayor tamaño, ya que adoptan la actitud conservadora de que la protección debe proporcionarse en los casos en que esté implicada la inhalación oral, y donde se elude, por tanto, la mayor eficacia de filtración de las fosas nasales.
La norma de la US Environmental Protection Agency (EPA 1987) para la concentración de partículas en el aire ambiente se conoce como PM10, es decir, materia particulada inferior a
10 m de diámetro aerodinámico. Tiene un criterio de toma de entrada de muestreador similar (funcionalmente equivalente) a la MPT pero, como se muestra en la Tabla 10.2, especificaciones numéricas algo diferentes.

jueves, 10 de julio de 2008

El eje hipofisario-testicular (II)

La prolactina, que se segrega también en la hipófisis anterior, actúa de forma sinérgica con la LH y la testosterona estimulando la función reproductiva masculina. La prolactina se une a receptores específicos presentes en la célula de Leydig y aumenta la cantidad de complejos receptor-andrógeno en el núcleo de los tejidos sensibles a los andrógenos (Baker y cols. 1977). La hiperprolactinemia se asocia a reducciones del tamaño de los testículos y de la próstata, del volumen de semen y de las concentraciones de LH y testosterona circulantes (Segal y cols.
1979). La hiperprolactinemia también se ha asociado a impo- tencia, aparentemente independiente de la alteración de la secreción de testosterona (Thorner y cols. 1977).
Para cuantificar la concentración de los metabolitos de las hormonas esteroideas en orina, se debe tener en cuenta la posi- bilidad de que la exposición que se esté estudiando altere el metabolismo de los metabolitos excretados. Esta cuestión tiene una importancia especial, ya que la mayoría de los metabolitos se producen en el hígado, uno de los órganos diana de muchas sustancias tóxicas. Por ejemplo, el plomo reduce la cantidad de esteroides sulfatados excretados en la orina (Apostoli y cols.
1989). Los niveles sanguíneos de ambas gonadotropinas aumentan durante el sueño a medida que el varón inicia la pubertad, mientras que los niveles de testosterona mantienen este patrón diurno a lo largo de la vida adulta de los varones
(Plant 1988). Por ello, las muestras de sangre, orina o saliva se deben recoger aproximadamente a la misma hora del día, para evitar variaciones debidas a los patrones diurnos de secreción.
Los efectos evidentes de una exposición tóxica dirigida al sistema neuroendocrino reproductivo se ponen de manifiesto con más probabilidad mediante la alteración de las manifestaciones biológicas de los andrógenos. Entre las manifes- taciones reguladas significativamente por los andrógenos en el varón adulto que se pueden detectar en una exploración física básica figuran los siguientes: 1) retención de nitrógeno y desa- rrollo muscular, 2) mantenimiento de los genitales externos y órganos sexuales accesorios, 3) mantenimiento del aumento de tamaño de la laringe y del engrosamiento de las cuerdas vocales responsables de la voz varonil, 4) crecimiento de la barba, vello axilar y púbico y recesión temporal del cabello y calvicie, 5) libido y actividad sexual, 6) proteínas específicas de órganos en los tejidos (p. ej., hígado, riñones, glándulas salivares) y 7) conducta agresiva (Bardin 1986). La modificación de cual- quiera de estos rasgos puede indicar que la producción de andrógenos está afectada.

miércoles, 9 de julio de 2008

El eje hipofisario-testicular (I)

En general, la FSH y la LH se consideran necesarias para la espermatogénesis. Presumiblemente, el efecto de la LH es secun- dario a la inducción de concentraciones intratesticulares de testosterona elevadas. Por tanto, la FSH de la hipófisis y la testosterona de las células de Leydig actúan sobre las células de Sertoli dentro del epitelio del túbulo seminífero para iniciar la espermatogénesis. La producción de espermatozoides persiste, aunque está reducida desde el punto de vista cuantitativo, después de eliminar la LH (y presumiblemente las elevadas concentraciones intratesticulares de testosterona) o la FSH. La FSH es necesaria para iniciar la espermatogénesis en la pubertad y, en menor grado, para reiniciar una espermatogénesis que se haya detenido (Matsumoto 1989; Sharpe 1989).
El sinergismo hormonal que sirve para mantener la espermatogénesis puede implicar el reclutamiento, a través de la FSH, de las espermatogonias diferenciadas para iniciar la meiosis, mien- tras que la testosterona puede controlar fases posteriores especí- ficas de la espermatogénesis. La FSH y la testosterona pueden actuar también sobre la célula de Sertoli estimulando la produc- ción de uno o más factores paracrinos que pueden afectar al número de células de Leydig y a la producción de testosterona de estas células (Sharpe 1989). La FSH y la testosterona esti- mulan la síntesis de proteínas por las células de Sertoli, como la síntesis de la proteína fijadora de andrógenos (PFA), mientras que la FSH estimula por sí misma la síntesis de aromatasa y de inhibina. La PFA se segrega fundamentalmente en el líquido del túbulo seminífero y se transporta a la región proximal de la cabeza del epidídimo, actuando posiblemente como transportador local de andrógenos (Bardin 1986). La aromatasa cataliza la transformación de la testosterona en estradiol en las células de Sertoli y en otros tejidos periféricos.
La inhibina es una glucoproteína que consta de dos subunidades diferentes, denominadas a y b, unidas entre sí por puentes disulfuro. Aunque la inhibina inhibe preferentemente la liberación de FSH, también puede reducir la liberación de LH en presencia de estimulación con GnRH (Kotsugi y cols. 1988). La FSH y la LH estimulan la liberación de inhibina aproximadamente con la misma potencia (McLachlan y cols. 1988). Es interesante señalar que la inhibina se segrega a la sangre de la vena espermática en forma de pulsos que son sincrónicos con los de testosterona (Winters 1990). Probablemente esto no refleje acciones directas de la LH o de la testosterona sobre la actividad de las células de Sertoli, sino los efectos de otros productos de las células de Leydig segregados a los espacios intersticiales o a la circulación.

martes, 8 de julio de 2008

Anatomía y fisiopatología de la vejiga

La vejiga urinaria es una bolsa hueca en la que se almacena la orina; normalmente, se contrae a demanda para su vaciado controlado a través de la uretra. La vejiga está situada en la parte anteroinferior de la cavidad pélvica, y unida por ambos lados a los riñones mediante los uréteres, unos tubos musculares peristálticos que transportan la orina de los riñones a la vejiga. La pelvis renal, los uréteres y la vejiga están recubiertos por epitelio de transición. La capa externa del urotelio está formado por células en sombrilla recubiertas por una capa de glucosaminoglu- cano (GAG), un carbohidrato. Las células de transición llegan hasta la membrana basal de la vejiga. De este modo, las células basales profundas quedan protegidas por las células en sombrilla, pero si se daña la capa protectora de GAG, las células basales quedan expuestas a la agresión de los componentes urinarios. La microanatomía del epitelio de transición le permite expandirse y contraerse, e incluso tras el desprendimiento normal de las células en sombrilla se mantiene la integridad protectora de las células basales. El sistema neurológico equilibrado que regula el almacenamiento y el vaciado puede resultar dañado debido a descargas eléctricas u otros traumatismos, como las lesiones medulares, que pueden producirse en el entorno laboral. Una causa impor- tante de mortalidad de los tetrapléjicos es la pérdida de la función vesical como consecuencia de una lesión renal crónica secundaria a las infecciones y la formación de cálculos. Son frecuentes las infecciones crónicas por un vaciado incompleto debido a causas neurógenas u obstructivas, como la fractura de pelvis u otros traumatismos uretrales y la posterior formación de estenosis. Las infecciones bacterianas persistentes o la formación de cálculos que dan lugar a procesos inflamatorios crónicos y malignos de la vejiga pueden deberse a una disminución de la resistencia (es decir, una mayor sensibilidad) a las exposiciones exógenas en el lugar de trabajo.
Las moléculas relacionadas con la lesión y la reparación vesicales sirven de marcadores terminales intermedios potenciales de trastornos tóxicos y malignos, ya que durante los cambios relacionados con el desarrollo del cáncer se producen numerosas alteraciones bioquímicas. Al igual que el riñón, las células vesicales poseen sistemas enzimáticos activos, como el del citocromo P-450, que los xenobióticos pueden activar o desactivar. La actividad funcional de las enzimas viene determinada por la herencia genética y muestra polimorfismo genético. La orina eliminada contiene células exfoliadas del riñón, los uréteres, la vejiga, la próstata y la uretra. Estas células sirven de diana, mediante el uso de marcadores biológicos, para valorar posibles cambios en la patología vesical y renal. Recordando el comen- tario de Virchow de que todas las enfermedades comienzan en las células, centraremos nuestra atención en la importancia de las células, que son el espejo molecular de los episodios de exposición.

lunes, 7 de julio de 2008

Disolventes orgánicos


Disolventes orgánicos es una denominación común para un gran grupo de más de 200 compuestos químicos lipófilos capaces de disolver grasas, aceites, ceras, resinas, goma, asfalto, filamentos de celulosa y materiales plásticos. Suelen ser líquidos a temperatura ambiente, con puntos de ebullición por debajo de 200 a 250C, y se evaporan con facilidad. Se absorben principalmente a través de los pulmones, aunque algunos pueden atravesar también la piel. Debido a su carácter lipófilo, se distribuyen en órganos ricos en grasas. Por ello, se encuentran concentraciones elevadas en la grasa corporal, la médula ósea, el hígado y el cerebro, que pueden actuar también como reservorios. El coeficiente de distribución octanol/agua puede indicar si cabe esperar concentraciones altas en el cerebro. Todavía no se conoce el mecanismo de la toxicidad, pero se han apuntado varias posibilidades: bloqueo de importantes enzimas en la degradación metabólica de la glucosa y, por tanto, reducción de la energía disponible para el funcionamiento neuronal; reducción de la formación de energía en las mitocondrias; alteraciones de las membranas neuronales que causan deterioro de la función de los canales iónicos; retardo del flujo axonal. El cloruro de metileno se metaboliza a CO, que bloquea el transporte de oxígeno en la sangre. Grandes grupos de trabajadores en una amplia variedad de profesiones sufren exposi- ciones a diario, o al menos frecuentemente (véase Tabla 7.6). En algunos países, el consumo de disolventes orgánicos ha descendido en algunas profesiones debido a las mejoras higiénicas y su sustitu- ción (p. ej., pintores de brocha gorda, trabajadores de industrias gráficas, trabajadores del metal), mientras que en otras profesiones el patrón de la exposición ha cambiado, pero la cantidad total de disolventes orgánicos no se ha modificado. Por ejemplo, el tricloroetileno ha sido sustituido por el 1,1,1-tricloroetano y el freón. Así pues, los disolventes siguen siendo un problema de higiene importante en muchos lugares de trabajo. Las personas corren un riesgo especial cuando sufren las exposiciones en habitaciones pequeñas con escasa ventilación y con elevadas temperaturas, lo que aumenta la evaporación. El trabajo físico aumenta la absorción pulmonar de disolventes. En varios países (sobre todo en los nórdicos) se han concedido indemnizaciones a trabajadores que han desarrollado encefalopatía tóxica crónica después de exposiciones prolongadas de bajo nivel a disolventes.

domingo, 6 de julio de 2008

Estructura y función de la region Lumbar (II)


La médula espinal termina a la altura de las vértebras lumbares más altas (L1-L2). El canal vertebral lumbar está lleno por la extensión de la médula espinal denominada cola de caballo, formada por las raíces de los nervios espinales. Las raíces de los nervios salen por pares del canal vertebral a través de los agujeros intervertebrales. Cada una de las raíces de los nervios espinales da una rama que inerva los tejidos de la espalda. Se trata de terminaciones nerviosas que transmiten sensaciones dolorosas (terminaciones nociceptivas) de músculos, ligamentos y articulaciones. En un disco intervertebral sano no existen tales terminaciones nerviosas, excepto en las porciones más externas del anillo. Sin embargo, el disco se considera la fuente más importante de dolor lumbar. Se sabe que las roturas del anillo son dolorosas. Como secuela de la degeneración del disco puede producirse una herniación de la porción interna semigelatinosa del disco intervertebral, el núcleo, hacia el interior del canal vertebral, lo que causa compresión y/o inflamación de un nervio espinal acompañada de signos y síntomas de ciática, como se muestra en la Figura 6.12. Los músculos son los responsables de la estabilidad y del movimiento de la espalda. Los músculos de la espalda doblan el tronco hacia atrás (extensión), mientras que los músculos abdo- minales lo doblan hacia adelante (flexión). La fatiga debida a la carga mantenida o repetitiva o al esfuerzo excesivo brusco de músculos o ligamentos puede ocasionar dolor lumbar, aunque el origen exacto de este dolor es difícil de localizar. Existe controversia acerca del papel de las lesiones de tejidos blandos en los trastornos lumbares.

sábado, 5 de julio de 2008

Estructura y función de la region Lumbar (I)


Debido a la postura erecta, la estructura de la parte inferior de la columna vertebral (columna lumbosacra) del ser humano difiere anatómicamente de la de la mayoría de los restantes vertebrados. La posición erecta también hace aumentar las fuerzas mecánicas que actúan sobre las estructuras de la columna lumbosacra. Normalmente, la columna lumbar posee cinco vértebras. El sacro es rígido, y el coxis carece de función en el ser humano, como se muestra en la Figura 6.10.

Las vértebras están unidas entre si por discos intervertebrales situados entre los cuerpos vertebrales, así como por ligamentos y músculos. Estas uniones mediante tejidos blandos hacen que la columna sea flexible. Dos vértebras adyacentes forman una unidad funcional, como se muestra en la Figura 6.11. Los cuerpos y los discos vertebrales son los elementos que soportan el peso de la columna. Las partes posteriores de las vértebras forman el arco neural, que protege a los nervios en el canal vertebral. Los arcos vertebrales están unidos entre sí mediante facetas articulares (articulaciones cigoapofisarias) que determinan la dirección del movimiento. Los arcos vertebrales también están unidos entre sí por numerosos ligamentos que determinan el grado de movilidad o amplitud de movimiento en la columna. Los músculos que extienden el tronco hacia atrás (extensores) están unidos a los arcos vertebrales. Importantes puntos de unión son las tres proyecciones óseas (dos apófisis laterales y la apófisis espinosa) de los arcos vertebrales.

viernes, 4 de julio de 2008

Enfermedades sistémicas y neurológicas

La sintomatología delirante puede estar causada por distintos trastornos neurológicos que afectan al sistema límbico o a los ganglios basales, mientras el funcionamiento de la corteza cere- bral permanece intacto. Las crisis convulsivas parciales complejas van precedidas a menudo de alucinaciones olfatorias de olores peculiares. A un observador externo puede parecerle que la persona con esta actividad convulsiva está simplemente con la vista perdida o soñando despierta. Las neoplasias cerebrales, sobre todo de las regiones temporal y occipital, pueden causar alucinaciones. También los trastornos que producen delirio, como las enfermedades de Parkinson, Huntington, Alzheimer y Pick, pueden alterar el estado de conciencia. Existen asimismo varias enfermedades de transmisión sexual, como la sífilis terciaria y el SIDA, que pueden dar lugar a psicosis. Por último, ciertas deficiencias de nutrientes, como las de B-12, niacina, ácido fólico y tiamina, se asocian a la posibilidad de causar problemas neurológicos capaces de originar psicosis.
En varios procesos sistémicos también se producen síntomas psicóticos, como alucinaciones e ideas delirantes. Entre ellos se encuentran la encefalopatía hepática, la cetoacidosis diabética y la disfunción endocrina (suprarrenales, tiroides, paratiroides e hipófisis). Se ha demostrado igualmente que la privación senso- rial y de sueño causa psicosis.

miércoles, 2 de julio de 2008

El eje hipotálamo-hipofisario


El hipotálamo segrega una neurohormona, la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) al sistema vascular porta hipofisario para que la transporte a la hipófisis anterior. La secreción pulsátil de este decapéptido provoca la liberación simultánea de hormona luteinizante (LH) y con menor sincronía y la quinta parte de potencia, la de la hormona estimuladora de los folículos
(FSH) (Bardin 1986). Existen pruebas sólidas que apoyan la exis- tencia de otra hormona liberadora de FSH, aunque todavía no ha sido aislada (Savy-Moore y Schwartz 1980; Culler y NegroVilar 1986). Estas hormonas son segregadas por la hipófisis anterior. La LH actúa directamente sobre las células de Leydig estimulando la síntesis y liberación de testosterona, mientras que la FSH estimula la aromatización de la testosterona a estradiol en las células de Sertoli. La estimulación gonadotrópica provoca la liberación de estas hormonas a la vena espermática.
A su vez, la secreción de gonadotropinas está controlada por la testosterona y el estradiol mediante mecanismos de retroalimentación negativa. La testosterona actúa principalmente sobre el hipotálamo para regular la secreción de GnRH, reduciendo de este modo la frecuencia de los pulsos de liberación de LH. Por otro lado, el estradiol actúa sobre la hipófisis para reducir la magnitud de la liberación de gonadotropinas. A través de estos circuitos de retroalimentación endocrina, la función testicular en general y la secreción de testosterona en concreto se mantienen en un nivel relativamente estable.


martes, 1 de julio de 2008

Diagnóstico y tratamiento de los trastor nos renales y urinarios relacionados con el trabajo: Nefropatía preexistente

Los cambios experimentados por los sistemas asistenciales de todo el mundo obligan a plantearse los problemas relacionados con cobertura mediante seguro y la protección de los trabajadores ante una exposición adicional. Una nefropatía previa importante se manifiesta por una creatinina sérica elevada, glucosuria (azúcar en la orina), proteinuria, hematuria y orina diluida. Es necesario descartar inmediatamente causas sistémicas subyacentes, como la diabetes y la hipertensión y, dependiendo de la edad del paciente, deben buscarse otras etiologías congénitas, como los quistes renales múltiples. Por consiguiente, el análisis de orina, tanto con el microscopio como con tiras reactivas, para detectar posibles alteraciones bioquímicas y celulares es muy útil para el médico del trabajo. Las pruebas para medir la creatinina sérica y el aclaramiento de creatinina estarán indicadas si la presencia de hematuria, piuria o proteinuria importante sugiere una patología subyacente.
Existen numerosos factores que tienen importancia para valorar el riesgo de progresión a una nefropatía crónica o una insuficiencia renal aguda. El primero de ellos es la limitación intrínseca o adquirida del riñón para resistir la exposición a los xenobióticos. En capacidad de respuesta del riñón a los nefrotóxicos, como un aumento de los tóxicos absorbidos o alteraciones en el metabolismo renal, puede influir una anomalía preexistente. Es especialmente importante la disminución de la capacidad de destoxificación en los muy jóvenes o muy ancianos. En un estudio, la sensibilidad a la exposición laboral guardaba una relación muy estrecha con los antecedentes familiares de nefropatía, lo que pone de relieve la importancia de la predisposición hereditaria. Los procesos subyacentes, como la diabetes y la hipertensión, aumentan la sensibilidad. Existen otros factores de sensibilidad mucho menos frecuentes, como el lupus eritematoso y la vasculitis. En la mayoría de los casos, el aumento de la sensibilidad es multifactorial y comprende a menudo una batería de noxas que pueden aparecer solas o simultáneamente. Por consiguiente, el médico laboral debe conocer los antecedentes familiares de nefropatía del paciente y los trastornos preexistentes que alteren la función renal, así como cualquier enfermedad vascular o cardíaca, especialmente en los trabajadores de más edad.