miércoles, 17 de diciembre de 2008

Anatomía y biomecánica del cuello



La parte musculosquelética del cuello está formada por siete cuerpos vertebrales, seis discos intervertebrales (formados por cartílago), ligamentos que los mantienen unidos y los conectan al cráneoya la columna dorsal, y músculos que rodean a la columna. Aunque cada articulación de la columna cervical posee una amplitud de movimiento muy limitada, el cuello se puede doblar, extender, girar y bascular con una amplitud de movimiento relativamente grande (véase la Tabla 6.5). En posición erecta normal y con la mirada dirigida hacia adelante, el centro de gravedad de cabeza y cuello está realmente situado por delante del centro de apoyo, por lo que necesita ser equilibrado por los músculos dorsales, es decir, por los situados detrás de los cuerpos vertebrales. Cuando se inclina la cabeza hacia adelante se necesita más fuerza muscular para equilibrar la cabeza, y cuando esta inclinación hacia adelante se mantiene durante períodos prolongados puede aparecer una fatiga muscular notable. Además de la fatiga muscular, la inclinación y la basculación de la cabeza dan lugar a una mayor compresión de los discos intervertebrales, lo que puede acelerar los procesos degenerativos.
Los músculos que rodean el cuello actúan también en el trabajo de los brazos, a fin de estabilizar el complejo hombro/ brazo. El trapecio y otros varios músculos se originan en la columna cervical y se extienden hacia abajo y hacia afuera para insertarse en el hombro. Estos músculos suelen ser asiento de disfunciones y de trastornos, sobre todo en las tareas estáticas o repetitivas con los brazos elevados y la visión fija.
Las estructuras que estabilizan el cuello son muy robustas, lo que sirve para proteger el tejido nervioso situado dentro del canal vertebral y los nervios que salen de los agujeros intervertebrales para inervar el cuello, la extremidad superior y la parte superior del tórax. Los discos intervertebrales, las partes adya- centes de los cuerpos vertebrales y las facetas articulares de los agujeros intervertebrales son a menudo asiento de cambios dege- nerativos, que pueden ejercer presión sobre los nervios y estre- char su espacio. (Véase la Figura 6.13.)
Como se ha mencionado en la introducción, los síntomas como dolor, molestias e incomodidad en el cuello son muy frecuentes. Dependiendo de los criterios utilizados y del método de investigación, las tasas de prevalencia de los trastornos del cuello varían. Si se utiliza una encuesta por correo o una entre- vista centrada en los trastornos musculosqueléticos, la prevalencia de los trastornos suele ser mayor que cuando se realiza una investigación completa que comprenda también una exploración física. Por tanto, las comparaciones entre grupos sólo deben hacerse cuando se haya utilizado la misma técnica de investigación. En la Figura 6.14 se presentan las cifras de prevalencia anual para una muestra representativa de la población de Islandia que respondió a una encuesta por correo, el denominado cuestionario “Nórdico” sobre trastornos musculosquelé- ticos (Kuorinka y cols. 1987). Los problemas del cuello (dolor, molestias o incomodidad) ocuparon el tercer puesto en frecuencia (un promedio del 38 % de toda la muestra), después de los problemas de hombro (43 %) y lumbares (56 %). Los problemas cervicales fueron más frecuentes en el sexo femenino, con un aumento de la prevalencia hasta los 25-30 años de edad, en que las tasas se estabilizaban, para descender algo a los 50-55 años. En una muestra representativa de 200 varones y mujeres de Estocolmo de edades comprendidas entre 16 y 65 años, la prevalencia a los 12 meses era de alrededor del 30 % en los varones y del 60 % en las mujeres. Se encontró experiencia de dolor reciente en el cuello de un mes como mínimo de duración en el 22 % de una muestra de población de Gotemburgo, Suecia, donde también fue la tercera más común después del dolor de hombro y lumbar.


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