martes, 21 de agosto de 2007

Calor y frío (I)

Se cree que la exposición al calor o al frío extremos influye sobre la morbilidad cardiovascular (Kristensen 1989; Kristensen 1994). Los efectos agudos de las temperaturas externas muy elevadas o muy frías sobre el sistema circulatorio están bien documentados. Se ha observado un aumento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, la mayoría ataques cardíacos e ictus, con las temperaturas invernales bajas (inferiores a +10°C) en países septentrionales (Curwen 1991; Douglas, Allan y Rawles 1991; Kristensen 1994; Kunst, Looman y Mackenbach 1993). Pan, Li y Tsai (1995) describieron una impresionante relación en forma de U entre la temperatura externa y las tasas de mortalidad por cardiopatía coronaria e ictus en Taiwan, un país subtropical con un gradiente descendente similar entre +10°C y +29°C y un aumento marcado después con temperaturas superiores a +32°C. La temperatura a la que se observó la menor mortalidad cardio- vascular es superior en Taiwan que en otros países de climas más fríos. Según Kunst, Looman y Mackenbach, en los Países Bajos existe una relación en forma de V entre la mortalidad total y la temperatura externa; la menor mortalidad se observó a 17°C. La mayoría de las muertes relacionadas con el frío se produjeron en personas con enfermedades cardiovasculares y la mayoría de las muertes relacionadas con el calor se asociaron a enfermedades del aparato respiratorio. En estudios realizados en Estados Unidos (Rogot y Padgett 1976) y otros países (Wyndham y Fellingham 1978) se ha observado una relación similar en forma de U, donde la menor mortalidad por ictus y ataque cardíaco se produjo con temperaturas externas alrededor de 25 a 27°C.

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