jueves, 12 de julio de 2007

Los tendones como tejidos vivos

La fuerza de los tendones contradice la fragilidad de los mecanismos fisiológicos subyacentes por los que se nutren y curan. Intercaladas dentro de la matriz del tendón hay células vivas, terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos. Las terminaciones nerviosas proporcionan información al sistema nervioso central para el control motor y para advertir de sobrecargas agudas. Los vasos sanguíneos desempeñan un papel importante en la nutrición de ciertas zonas del tendón. Algunas zonas de los tendones son avasculares y dependen de la difusión del líquido secretado por los revestimientos sinoviales de las vainas externas de los tendones (Gelberman y cols. 1987). El líquido sinovial lubrica también los movimientos de los tendones. Las vainas sinoviales se encuentran en las localizaciones donde los tendones entran en contacto con las superficies anatómicas adyacentes.
La excesiva deformación elástica o viscosa del tendón puede lesionar estos tejidos y alterar su capacidad de curación. Se ha formulado la hipótesis de que la deformación puede impedir o frenar la circulación y la nutrición de los tendones (Hagberg
1982; Viikari-Juntura 1984; Armstrong y cols. 1993). Sin una circulación adecuada, la viabilidad celular se verá alterada y la capacidad de curación del tendón estará reducida. La deformación del tendón puede ocasionar pequeños desgarros que contribuyen a una mayor lesión celular e inflamación. Si se restaura la circulación y se permite que el tendón tenga un tiempo de recuperación adecuado, los tejidos lesionados se curarán (Gelberman y cols. 1987; Daniel y Breidenbach 1982; Leadbetter 1989).

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