jueves, 24 de mayo de 2007

PROGRAMAS DE REHABILITACION Y PREVENCION


Lothar Heinemann y Gottfried Enderlein REHABILITACION Y PREVENCION
La mayoría de los individuos con ECV diagnosticadas pueden trabajar de forma eficaz y productiva en la mayoría de los puestos de trabajo en los lugares de trabajo modernos. Hace sólo unas décadas, los individuos que sobrevivían a un infarto de miocardio agudo eran controlados durante semanas y meses bajo una supervisión estrecha y permanecían en inactividad forzosa. La confirmación de laboratorio del diagnóstico era suficiente para etiquetar la individuo como “discapacitado de forma total y permanente”. Los nuevas tecnologías diagnósticas permiten evaluar con mayor exactitud la evolución del estado cardíaco y las experiencias favorables de los que no pudieron o no quisieron aceptar esta etiqueta pronto demostraron que no sólo era posible, sino deseable la vuelta precoz al trabajo y a un nivel óptimo de actividad (Edwards, McCallum y Taylor 1988; Theorell y cols.
1991; Theorell 1993). En la actualidad, los pacientes comienzan la actividad física supervisada tan pronto como los efectos agudos del infarto desaparecen y suelen salir del hospital en pocos días en vez de permanecer las 6-8 semanas obligatorias, con lo que en escasas semanas pueden reiniciar su actividad laboral. Cuando es posible y deseable, los procedimientos quirúrgicos como la angioplastia, las implantaciones de by-pass e incluso el trasplante cardíaco pueden mejorar el flujo sanguíneo coronario, mientras que un régimen a base de una dieta adecuada, ejercicio y el control de los factores de riesgo de CC puede reducir al mínimo (o incluso invertir) la progresión de la aterosclerosis coronaria.
Una vez que las fases agudas, con frecuencia potencialmente mortales, de la ECV se han superado, debe iniciarse la movilización pasiva seguida de ejercicios activos precoces durante la estancia en el hospital o centro hospitalario. En los ataques cardíacos, esta fase finaliza cuando el individuo puede subir escaleras sin dificultad. Al mismo tiempo, hay que enseñar al paciente un régimen de prevención del riesgo que incluya una dieta adecuada, ejercicios de acondicionamiento cardiovascular, suficiente descanso y relajación y control del estrés. Durante estas fases de la rehabilitación, el apoyo de los familiares, amigos y compañeros de trabajo puede resultar especialmente útil (Brusis y Weber-Falkensammer 1986). El programa puede llevarse a cabo en centros de rehabilitación o en “grupos cardíacos” ambulatorios bajo la supervisión de un médico experto (Halhubar y Traencker 1986). Se ha demostrado que si las acciones se centran en el control del estilo de vida, de los factores de riesgo de comportamiento y del estrés, puede reducirse de forma mensurable el riesgo de reinfarto y de otros problemas cardiovasculares.
Durante todo el programa el médico asistente debe mantener el contacto con la empresa (sobre todo con el médico de la empresa, si lo hay) para comentar las perspectivas de recuperación y la probable duración del período de discapacidad, y para valorar la viabilidad de cualquier disposición especial que sea necesaria para permitir la vuelta rápida al trabajo. Si el trabajador sabe que se espera su vuelta al trabajo, ello constituye un poderoso factor de motivación que acelera el proceso de recuperación.
La experiencia ha demostrado ampliamente que el éxito del esfuerzo de rehabilitación disminuye según se prolonga el período de ausencia laboral.
En los casos en que no es posible o viable realizar los ajustes deseables en el puesto de trabajo y/o el lugar de trabajo, la formación de reconversión y la colocación en un puesto de trabajo adecuado pueden evitar una incapacidad innecesaria.
Las áreas de trabajo con protección especial suelen ser útiles para reintegrar al lugar de trabajo a personas que han faltado de su puesto durante períodos prolongados mientras reciben tratamiento para los graves efectos del ictus, la insuficiencia cardíaca congestiva o la angina de pecho discapacitantes.
Tras el retorno al trabajo, el médico que atiende al paciente y el médico del trabajo deben vigilar de cerca al paciente. Los controles médicos periódicos, a intervalos frecuentes al principio y más espaciados después, cuando es segura la recuperación, sirven para evaluar el estado cardiovascular del trabajador, ajustar las medicaciones y otros elementos de la pauta de mantenimiento y controlar el estilo de vida y las recomendaciones relacionadas con el comportamiento. Los hallazgos satisfactorios en estos exámenes permiten eliminar de forma gradual cualquier limitación o restricción en el trabajo hasta que el trabajador se incorpore plenamente a su centro laboral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario